Por las sendas tortuosas del camino,
un grupo de caminantes tornan
en solitario al valle del Atazar,
exhalando suspiros bajo la paz
de las humildes praderas donde
pacen negros toros.
Cuando la mañana caía,
en un paraje insolito
el grupo de caminantes
desploma sus cuerpos al sol,
entre cerros viejos manchados
por jovenes encinas.
Cuando el sol huía del campo,
el grupo de caminantes contempla
la tarde silenciosa, con pena
y alegría de saber sus vidas llenas.
Se dirigen al final, tocados
por las alas agudas tendidas
al aire de la naturaleza,
y seguros de que volveran.
Fran Blanco
un grupo de caminantes tornan
en solitario al valle del Atazar,
exhalando suspiros bajo la paz
de las humildes praderas donde
pacen negros toros.
Cuando la mañana caía,
en un paraje insolito
el grupo de caminantes
desploma sus cuerpos al sol,
entre cerros viejos manchados
por jovenes encinas.
Cuando el sol huía del campo,
el grupo de caminantes contempla
la tarde silenciosa, con pena
y alegría de saber sus vidas llenas.
Se dirigen al final, tocados
por las alas agudas tendidas
al aire de la naturaleza,
y seguros de que volveran.
Fran Blanco